Libia, el paraiso de arena

Para lo amantes de la arena Libia es uno de esos lugares que no debe dejar de visitar. Inmensos ergs, hammadas, increíbles wadis y muchas sorpresas en un recorrido impresionante cargado de dificultades.

 

Con los primeros fríos del otoño 17 personas a bordo de 9 vehículos nos decidimos a afrontar esta aventura por el vasto país magrebí. Sus dunas, los maravillosos lagos entre las dunas y la majestuosidad del Akakus eran un reclamo que no podíamos obviar. Así que el 30 de octubre embarcábamos en Marsella rumbo a Túnez, trayecto inevitable, por el momento, para alcanzar nuestro objetivo. Tras  22 horas de travesía llegábamos a Túnez y una vez superados los trámites fronterizos tomamos  la autopista hacia el sur, una jornada más de viaje antes de entrar a Libia la mañana siguiente.

Temprano nos personamos en la frontera y para nuestra sorpresa solo un pequeño grupo se encuentra delante de nosotros. Aun así hay que tener paciencia ya normalmente la lentitud es una de las características de estos pasos fronterizos. Una vez realizado el papeleo tocaba el turno del examen de los vehículos en busca de alcohol, ilegal en Libia, algunos tuvimos suerte y tras un registro somero y sin preguntar siquiera por el prohibido líquido pasamos al lado libio. Allí nos esperaba nuestro enlace local que se ocupó de todas las gestiones y después de tres horas tras nuestra llegada ya portábamos nuestras matriculas locales y podíamos continuar viaje. Cambiamos moneda en el primer banco que encontramos y nos dirigimos a la gasolinera para repostar llevándonos la primera alegría: ¡El litro de gasoil cuesta 8 céntimos de euro¡ Repostamos mas de lo necesario ya que no queremos tener problemas en caso de que coincidamos con otros grupos y así alargar el repostaje si fuera necesario. Como nuestro objetivo son las dunas avanzamos rápidamente por la carretera hacia el sur, solo nos detenemos en los controles policiales que se solventan ágilmente con las gestiones de nuestro guía en estos primeros kilómetros ya que tras Nalut nos encontramos con el guía y el policía que nos acompañaran en nuestro periplo por el interior. Al caer la noche uno de los Hdj pincha, complicándose el cambio de rueda debido a la rotura del gato y quedando dividido el grupo, cuyo grueso continua hacia Derj para ir repostando mientras nosotros llegaríamos mas tarde. De nuevo con los depósitos a tope continuamos unos pocos kilómetros para abandonar la carretera y acampar por primera vez en Libia, bajo las estrellas en una noche gélida.

El frío nos ha pillado in fraganti haciendo que nos levantemos temprano y con las primeras luces del alba levantamos el campamento e iniciamos la marcha por la pista, pero duraría poco, un aviso por la emisora nos detiene y lo que vemos al llegar al lugar del incidente nos deja perplejos: El eje delantero de un Hdj80 ha partido, y no llevamos mas que unos centenares de metros por pista. El asunto no pinta bien, pero la cercanía del pueblo y la disposición del grupo nos hacen cambiar de opinión, varias horas de trabajo y un viaje al pueblo permiten que tras casi siete horas de nuevo el grupo se ponga en marcha. Continuamos todos juntos que es lo importante. Avanzamos rápido  por la hammada El Homra, una llanura interminable de terreno duro donde los conductores eligen a su antojo la trazada hasta que el sol se despeña en el horizonte, montando este segundo campamento en la inmensidad de la nada.

Erg Awbari

Conscientes de que llevamos algunas horas de retraso levantamos el campamento antes del amanecer y continuamos por la inmensa hammada devorando los kilómetros, hay que aprovechar ahora que se puede y no sabemos lo que nos espera en el erg. Nos encontramos con algunos amigos con los que coincidimos en jornadas precedentes, compartimos unos minutos y continuamos nuestro camino, queremos llegar a la arena lo antes posible y casi no hay obstáculos que nos retrasen. Abandonamos  la Hammada El Homra por el paso de Hassi En Nahia, unos rápidos kilómetros por pista y ante nosotros aparece el ansiado mar de dunas. El inmenso Erg Awbari, más de 200.000 Km2 de arena que se muestra ante nosotros esplendido y  desafiante mientras una extraña sensación se adueña de nosotros, ansiedad, incertidumbre, alegría o mezcla de todas ellas. Bajamos las presiones de los neumáticos y como si de una estampida se tratara todos los vehículos se lanzan presurosos hacia la arena, no hay orden ni distancias, todos buscan la trazada virgen para disfrutar de este momento, la búsqueda del camino por esta alfombra de arena que son  estos valles arenosos, mientras que el paso de alguna duna añade algo de dificultad al recorrido que según nos vamos adentrando en el erg se va complicando. Según avanzamos los valles son mas estrechos, algunos de unos pocos centenares de metros y los cordones cada vez mas altos y extensos lo que exige una mayor atención a la navegación, donde los copilotos toman importancia ya que continuamente hay que buscar el paso evitando las ollas mas profundas. Los atascos se suceden, por suerte no son de gran importancia y avanzamos ligeros sorteando uno tras otros los obstáculos contemplando el espectáculo del atardecer entre las dunas.  Ha sido una buena jornada, hemos avanzado mucho superado los primeros cordones de dunas habiendo tan solo un par de ruedas desllantadas y alguna atascada, además hoy el campamento lo montamos entre las dunas con una temperatura muy agradable que nos permite disfrutar de la compañía.

A la mañana siguiente iniciamos el recorrido como lo terminamos, unos metros de hammada y de nuevo a las dunas, las crestas y ollas se suceden una tras otra, sorteando las dificultades que la naturaleza nos ofrece en medio de un paisaje extraordinario, de belleza difícil de entender para quien no lo conoce. Pero también tiene sus riesgos así que cuando rebasamos la última cresta antes de acceder a la Hammada de Zegher de nuevo vuelve a partir el eje del Hdj80, y ahora  estamos a centenares de kilómetros de cualquier población. Este si es un momento delicado y tras analizar la situación lo mas razonable es dividir el grupo, dos coches nos quedaremos con el averiado mientras que el resto continuará hacia Al Awainat manteniéndonos en contacto mediante los teléfonos satélite que portamos. A media tarde y tras introducir una transmisión que llevábamos de repuesto en el eje, este parece soportar el peso del vehículo e iniciamos la marcha, vamos a sortear algunos de los cordones de dunas que habíamos realizado con anterioridad y tomar una pista que discurre paralela a la frontera con Argelia para alcanzar nuestro destino. Conseguimos sortear todos los cordones excepto uno y ya de noche, y no sin esfuerzo, alcanzamos la pista. Continuamos conduciendo hasta la una de la noche hasta que agotados montamos el campamento. No tenemos tregua, se levanta una tormenta de arena, llueve y de madrugada iniciamos la lenta marcha ya que pese a que la reparación parece aguantar no circulamos a más de 20 kilómetros por hora por precaución,  desmontar otra vez el eje sería un duro golpe. La pista se hace interminable y la tôle ondulée insoportable, solo algunos pasos de gran belleza entre montañas amenizan la jornada. A media tarde nuestros compañeros de aventura que han alcanzado el destino nos informan de que han localizado un eje para reemplazar, tras unas arduas negociaciones ya tiene nuevo dueño así que las últimas horas de la jornada se realizan con mayor alegría, podremos continuar todos según lo previsto. Cae la noche y vemos las luces de Al Awainat, Hemos alcanzado nuestro objetivo, han sido 380 kilómetros de pista infernal y por fin alcanzamos el camping donde nos esperan nuestros compañeros con una cerveza en la mano para festejar el reencuentro. Eso sí, tras la cena hay que cambiar el eje, tarea que llevó casi toda la noche.

EL Akakus y los lagos

A la mañana siguiente la jornada se presenta tranquila, visitaremos el Parque Nacional Akakus, una jornada de turística que acabó con sorpresa.

Continuamos rumbo sur adentrándonos en el Tadrart (montañas) Akakus, un paraje declarado en 1985 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por la cantidad ingente de pinturas y grabados rupestres que abarcan desde el 12.000 a C hasta el siglo d C. y que muestran como ha ido evolucionando la fauna y las formas de vida a lo largo de tantos siglos. Es una continuación del Tasili n’Ajer argelino y se caracteriza por sus montañas negras que contrastan con el fondo arenoso de los wadis (valles), magnifico entorno por el que circulamos descubriendo esos rincones increíbles tallados por la mano del hombre y las caprichosas formas que la naturaleza ha modelado en las rocas, formando un paisaje lunar que impacta al viajero. Nuestro objetivo está lago más al sur y por fin aparece ante nosotros, el imponente arco  Fozzigiaren que con sus cien metros de altura se ha convertido en el símbolo turístico de Libia.  El arco y el paisaje que le rodea son espectaculares y bien merece el esfuerzo realizado para llegar hasta aquí. Descansamos un poco a la sombra del arco y continuamos nuestro camino, para variar con susto. El Mitsubishi Montero se calienta y hay que hacer una reparación de emergencia así que montamos el campamento en este espectacular escenario, entre las montañas negras del Akakus.

A la mañana siguiente nos ponemos en marcha entre las dunas del Erg Wancasa por un cómodo pasillo arenoso cuando de nuevo la emisora nos trasmite que hay problemas, nuevamente el Montero que se calienta y casi al mismo tiempo uno de los Discovery ha roto un manguito y pierde el agua, por suerte hay recambio y no llevan mucho tiempo ambas reparaciones. El camino es muy arenoso con trampas que de cuando en cuando parece querer atrapar los pesados vehículos, aunque circulamos rápido, no sin sobresaltos ya que el otro Discovery también tiene problemas de temperatura, aunque con bajar el ritmo es suficiente. Finalmente tras un centenar de rápidos kilómetros llegamos a la carretera y volvemos a inflar neumáticos  y ya por asfalto nos dirigimos hacia Awbari, donde paramos a comer un Kebab, que por cierto nos supo a gloria. Después de la comida nos desplazamos a Germa y tras pasar por nuestro camping de Tkerkiba echamos la tarde en el trayecto que de nuevo por el Erg Awbari nos llevó al primero de los lagos, el Mandara. Seco, pero aún así sigue siendo un paisaje espectacular en medio de un océano de arena. Después regresamos al camping dedicando algo de tiempo a repasar las mecánicas de nuestros vehículos que comienzan a acusar el esfuerzo.

La siguiente jornada es de despedida ya que cuatro integrantes del grupo regresan ya por cuestiones laborales, mientras nosotros nos disponemos a realizar la travesía del Awbari de suar a norte, un recorrido de gran belleza pero sin grandes dificultades ya que las dunas no son de gran altura y la arena se encuentra compactada. Seguimos la ruta de los lagos, el mencionado Mandara, Um el Maa, Mahfu y el último y mas impresionante de todos que visitamos: el Gabroum, al pie de grandes dunas y habitado hasta hace una década en la que la población fue trasladada a las poblaciones cercanas a la carretera. Forman parte de una veintena de lagos que aún persisten entre el inmenso arenal, restos de un inmenso lago que hace miles de años ocupaba gran parte de esta región, Fezzan,  y que se extendía hasta el Tasilli N’Ajjer de Argelia.  La belleza y la singularidad del entorno invitan al descanso y la contemplación así que sin prisa comemos bajo una sombra y disfrutamos de una larga sobremesa antes de afrontar el resto del camino. Al abandonar los lagos bajamos las impresionantes dunas que los envuelven y superando uno tras otro los pasos que encontramos, vamos enlazando extensos valles de arena en un recorrido sin grandes dificultades pero de gran belleza.  Algún atasco y una rueda desllantada son las únicas incidencias del día antes de acampar en un mágico valle en la que sería la mejor noche de todas. Todo transcrrió con normalidad hasta Ownsrik, en el limite norte del erg, así que aprovechamos para repostar y comprar comida y nos dirigimos a Idri para entrar de nuevo al erg en dirección oeste primero y posteriormente norte, en dos jornadas espectaculares, con pasos  muy técnicos y paisajes sublimes, descensos casi verticales, en escalones, toboganes donde se pierde de vista el cielo y el suelo, extensos valles entre majestuosas dunas, navegación en estado puro,  jornadas que por si solas justificarían la aventura emprendida. Y que significan el final de nuestro recorrido por el inmenso erg, una última acampada en las dunas e iniciamos el regreso a través de la Hammada, baqueteados por una insufrible tôle ondulée que nos acompaña hasta las cercanías de Derj, donde nuevamente tomamos el asfalto   e iniciamos el retorno.

La última jornada en Libia la empleamos en la vista a la ciudad romana de Sabratha, en la costa mediterránea. De origen Fenicio la ciudad era puerto receptor de las mercancías que desde el interior de África llegaban a la costa. Formó parte del reino númida de Masinisa siendo romanizada y reconstruida en el siglo III de nuestra era. El edificio mejor conservado es el teatro, reconstruido con elementos originales compuesto de tres niveles con columnas de mármol y capacidad para 5000 espectadores. Junto a este se encuentra el anfiteatro donde luchaban los gladiadores y otros edificios de interés como el Templo de Liber Pater, la Basílica de Justiniano, y los mosaicos de la Casa de Jason Magnus.

Finalizada la visita nos dirigimos a la frontera con Túnez y dimos por finalizado de este modo nuestro periplo por tierras Libias, no exento de problemas pero cargado de buenas experiencias, paisajes extraordinarios y arena, mucha arena y como se han quedado algunos lugares por visitar ya tenemos excusa para regresar al paraíso de arena.

Fotografías

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